Completas



“Durante la noche, bendecid al Señor” canta el salmo 130 rezado en las Completas de los Domingos. Las Completas son la última oración del día, que se ha de hacer antes del descanso nocturno… (Princ. LH, 84). Como lo indica su nombre, vienen a completar todo el conjunto del Oficio del día (Completorium).

Si todas las Horas del Oficio se ordenan a la alabanza en nombre de todos los hombres y de la creación, y a su vez, al encuentro confiado con el Señor, las Completas es la Hora del Oficio de especial confianza con Dios Padre, es momento de dejarse mirar totalmente por Dios para entrar en paz a nuestro descanso. Es oración enmarcada en el silencio y la quietud de la noche. El trabajo ya ha pasado y sólo está Dios ante nosotros, del que estamos ya más cerca que cuando alboreó el día. No resultan distantes estos pensamientos cuando ha terminado la jornada. El examen de conciencia, al inicio de la Hora de Completas, es recapitulación del día que pasó a la luz de Cristo y de su mensaje, a la luz del cayado de su cruz y del amor. Es perdón y gracia para recomenzar un nuevo día si el Señor así lo quiere, y para descansar por la noche proclamando desde el silencio las palabras de Jesús: “En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu” (Lucas 23, 46). Esto sólo puede decirlo plenamente quien ha dejado a la Fuerza que es el Señor ser su fuerza: “Refugio mío, alcázar mío; Dios mío, confío en ti.” (Salmo 90, 2).

Completas es, a su vez, oración embebida de esperanza: “Verán el Rostro del Señor y tendrán su nombre en la frente, y no habrá más noche… porque el Señor, Dios, alumbrará sobre ellos.” (Cf. Apocalipsis 22, 4-5). El Cántico de Simeón (Lucas 2, 29-32) es oración de sincera entrega a Dios, y es reconocimiento y alabanza a Cristo como Lumen gentium. Con el rezo de la antífona mariana, el Oficio culmina en el regazo de la Madre del Señor.

“Se inclina ya mi frente, sellado está el trabajo; Señor, tu pecho sea, la gracia del descanso.”


Himnos de Completas.


Algunos himnos propios del Oficio de Completas.

HIMNO: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
HIMNO: SE INCLINA YA MI FRENTE
Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
HIMNO: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.

HIMNO: TÚ, A QUIEN HE BUSCADO, SEÑOR
Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche. Amén.


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