domingo, 3 de agosto de 2014

Antífonas luego de las Horas...




Aquí dejo algunas antífonas que, luego de todo el conjunto de la oración de la Hora junto a su antífona mariana y, quizás, a otra oración devocional o personal que se siga, podríamos adicionar mientras retomamos el curso del día…

Luego de todo el conjunto de la oración de las Laudes:
ANTÍFONA: Jeremías 18, 1:
“Levántate y baja al taller del alfarero, allí te comunicaré mi palabra.”


Luego de todo el conjunto de la oración en la Hora Intermedia (Tercia, Sexta, Nona):
ANTÍFONA: Salmo 126, 6:
“El sembrador va llorando cuando esparce la semilla. Al volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas.”


Luego de todo el conjunto de la oración de las Vísperas:
ANTÍFONA: Cf. Salmo 102
“Bendice alma mía al Señor, y nunca olvides sus beneficios, no te olvides de donde te sacó, del extravío te sacó. [No te olvides que Él te sanó, no te olvides que Él te llenó. Puso tu vida sobre Roca, y esa Roca se llama Jesús]”.


Luego de todo el conjunto de la oración de las Completas (en secreto):
ANTÍFONA: Salmo 131:
“No entraré en el lecho de mi descanso, no daré sueño a mis ojos ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob.”

domingo, 1 de junio de 2014

Construyendo himnos para el Señor...

Aquí, algunos himnos que iré publicando conforme el Señor me los regale...



CÓMO QUISIERA, SEÑOR, CANTARTE UN HIMNO.

Cómo quisiera, Señor, cantarte un himno
con todo este frágil estado de mi vida.
Cómo quisiera que mi hoy y éste mi sitio
sean los tuyos, y en ti bella melodía.

Cómo quisiera vencer mis mil temores,
romper mis ataduras, seguros días,
que estorban tu crecer, oh Cristo Amigo,
y  ni a ti ni a nadie dan plena alegría.

Cómo quisiera revivir alto deseo,
aquél de sorprenderte y sorprenderme,
hacer así la santidad naciente
y tu obra inmensurable más ardiente.

Cómo quisiera, quizás, volver atrás,
protosentires de fresca Galilea.
Cómo quisiera superar riqueza mal
y seguirte libre a donde sea.

Mientras tanto, aquí te entrego lo que tengo,
lo veo una minucia ante tu sueño;
pero acéptalo paciente, Amigo y Justo,
mas, no dejes de mirarme Tú, mi Dueño.

Mientras tanto, no me dejes, Cristo Vivo,
no abandones esta obra de tus manos.
Te siento compañero, amor, cercano,
diciéndome: “Aquí tienes un arado…”

¿Tú qué quisieras, Señor?, Dímelo pronto;
dame el escucharte y el seguirte
con mis miedos, mis rupturas y mis dudas
pero haciendo lo que quieras Tú, Locura. Amén.


SALTO, 1ro DE JUNIO, A.D. 2014. SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR.




ESCUCHARTE, SEÑOR, ¡LABOR TAN HONDA!

Escucharte, Señor, ¡labor tan honda!
Sosegar en tu Amor el interior;
descansar en tus manos las andanzas;
disponerme para un nuevo tabor.

Escucharte, Señor, ¡labor tan suave!
Delicada sementera al corazón;
corazón acallado, silencioso,
cuya más bella mies es tu voz.

Escucharte, Señor, ¡labor tan nueva!
Siempre es alba la espera de tu voz;
siempre es nueva paz y prenda en tu presencia;
siempre es nueva ésta obra de tu amor.

Escucharte, Señor, ¡labor extrema!
¡Tan fácil de esta senda es desertar!
Si abandono abandonarme ante tu pecho,
¡hálame, por tu cruz, a retornar!

Escucharte, Señor, ¡labor de vida!
Arriesgada tarea de temblor,
pues si hablas, Pescador de nuevos mares,
ya no hay paz si no se sigue esa tu voz.

Escucharte, Señor, ¡labor de encuentro!
Fuerte abrazo el crepitar en hondo loor.
Ceramista de amistades entrañables,
buen firmante de las almas para Vos.

Escucharte, Señor, ¡labor de amado!
Adviento nuevo tuyo, brisa y voz.
Quiero oírte, pero ¿cómo, si eres Verbo?:
tu silencio ya es Palabra, Pascua y Don. Amén.

.

13 DE JUNIO, A.D. 2014. MEMORIA DE SAN ANTONIO DE PADUA.




TÚ, PASCUA NUESTRA, NOS CONDUCES

Tú, Pascua nuestra, nos conduces
al Padre en libertad filial.
Tú, Novedad Pascual, trocaste
en Vida nuestro solo andar.

Tú, Pascua, laceraste invicto
el viejo ardid de esclavitud.
Hoy es el día en que escapamos
y hacemos lar nuestro tu Cruz.

Tú, Pascua, vives y reafirmas
al hombre en tu obra de unidad;
aquí él te canta al ver tu gloria
¡y al ver que ésta es nuestra ya!

¡Al Padre y al que es nuestra Pascua
y al Don, por tal obra de amor,
sean ofrecidas nuestras vidas
cual cantos de resurrección! Amén.


2 DE JULIO, A.D. 2014. FERIA DEL TIEMPO PER ANNUM.




ROMPE EL SILENCIO EL GOLPE.


Rompe el silencio el golpe
piadoso del buen José;
muy fría cayó la noche
sin un refugio en Belén.

Con él la Pureza encinta
bajo la intemperie está;
siente que a su Dios muy pronto
sus brazos acunarán.

En la posada llamaron,
sitio no han querido dar…
¡El Dios que todo lo ha hecho
no encuentra ahora un lugar!...

Pasos cansados los suyos
y una esperanza vital:
María, el “Sí” del anuncio,
José, la fidelidad.

¡Vamos, la urgencia nos llama!
¡Alguien! ¡Un sitio sin más!
Sólo un establo olvidado…
y agradecidos están.

Pero en medio de esa noche,
y en aquella vaciedad
las promesas del Profeta
en un Niño han de llegar.

Romperá el silencio el llanto
del Emmanuel, nuestra Paz.
¡Gloria al Padre en las alturas
pues nos Lo ha querido dar!

Amén.

30 DE OCTUBRE, A.D. 2014. FERIA DEL TIEMPO PER ANNUM.





SEÑOR, TUS PASOS LLEVAN HASTA EL HUERTO.

Señor, tus pasos llevan hasta el Huerto,
me habla tu silencio y tu presencia;
te sigo en la agonía de tu noche,
tras poco haber seguido tu Cuaresma.

Señor, tus ojos miran en el Huerto,
me observa fijamente tu tristeza,
y por tu voz escucho que me pides:
“Quédate conmigo, reza y vela.”

Señor, ¿qué te sucede que aún no entiendo?
Te miro solitario que te alejas;
me vuelves a mirar al darte vuelta
y que ore sin cesar, me lo recuerdas.      

Señor, no pasas más de aquella piedra,
y oras confundido con el polvo,
cual peso de un madero sobre tu hombro
es esta tu oración con rostro en tierra.

Dime, mi Señor del Pan y el Vino,
¿qué dices cuando alzas la mirada?
“Padre, que de mí pase este cáliz;
pero sólo se cumpla tu Palabra.”

Pareces contemplar toda la historia,
cual hora de la Cruz que se adelanta,
te espina cuanto tienes por delante
y mi brusca vida hiere tus espaldas.

Señor, ¡mira que se abren los olivos
y que un amplio sendero te regalan!
¡Ve a tu casa Nazareno, ve a otra parte…!
Pero Tú sólo tienes una Casa:

La Pascua en la Casa de tu Padre,
la contemplas tras Cruz de Sangre y Agua.
Mi cruz será la tuya, y mi abandono
en ti  fidelidad que libra y salva.

Y en cuanto dispersada dejé mi alma
dormido en mis tabores me he quedado.
Mientras vuelves, diciendo ensangrentado:
“Amigo, ¿por qué me has abandonado?”

Señor, mis pasos llegan hasta el Huerto,
los tuyos siguen y pisan el Calvario.
Señor, mi corazón queda dormido,
mientras Tú anonadas tu costado.

Señor, mis brazos cubren mi egoísmo,
los tuyos se abren en cruz a tus hermanos.
Mis labios nada atinan a decirte
mientras tus labios perdonan mis pecados.

Por  este tu Misterio aquí en el Huerto,
en el que nuestra Cruz has soportado:
déjame tenderte mi mano en esta noche
y adorarte en tu vía hasta el Calvario.      

Amén.

                                                                                                                        HORA SANTA EN EL JUEVES SANTO, A.D. 2013.


sábado, 16 de febrero de 2013

Todo un verdadero oficio.

A
D
T
                             IN NOMINE  MVLTIS
P
A
T
R
E
M

El Oficio Divino se hace verdaderamente "Oficio" por un corazón en Cruz.
¡Esta es la actitud del corazón que ora la Liturgia de las Horas!
¡La actitud del corazón en la oración de la Liturgia de las Horas y en la celebración Eucarística!

La actitud del corazón es la actitud de Cruz:
El corazón elévase al Señor, (AD DOMINVM), elévase al Padre (AD TE PATREM); y lo hace en nombre de todo el Pueblo de Dios, en nombre de toda la Creación, en nombre de muchas almas del mundo (IN NOMINE MVLTIS).

He aquí el Oficio del cristiano. Labor de amor. Así, celebrar la Eucaristía y orar la Liturgia de las Horas, es labor desde la cruz.
¡La oración adquiere una dimensión realmente comunitaria! Lo creemos y lo vivimos; experimentamos una dimensión plural de la oración; dimensión divina y comunitaria. El corazón orante en actitud de Cruz, elevándose al Padre en nombre de todo su Pueblo, se dilata, rebasa esa dimensión individual en la que en más de un momento corre el riesgo de incursionar. 

De esta forma la Liturgia de las Horas se hace verdaderamente, todo un Oficio. Un divino oficio de laborar en corazón y en voz por el Pueblo de Dios, por muchos hombres, por toda la creación. Es ejercicio del sacerdocio real conferido en el sacramento del Bautismo.

Es orar en el Espíritu del Hijo, al Padre, con toda su comunidad.
¡AD TE PATREM. IN NÓMINE MVLTIS! Amen.

¡Qué acertados aquellos versos de uno de los himnos de Tercia!:
"Renueva el alma de este pueblo tuyo,
que por mis labios canta tu alabanza".
Que esta disposición desde la cruz que lo dirige todo a Dios y abrza a todos los hombres, vivificándolo todo, sea nuestra disposición. Entonces haremos de la Liturgia Eucarística y la Liturgia de las Horas verdaderas celebraciones.


Sí, Padre: a Ti queremos dirigir toda nuestra vida
para que ésta sea vida tuya,
vida en tu Hijo.
A ti queremos ir como Iglesia Peregrina
Iglesia en comunión con todos tus hijos y todas tus creaturas.
Recibe esta oración que mira a ti y es de muchos.
Ellos la hacen. Nosotros no hacemos más que lo que debemos hacer.
Amén.


lunes, 31 de diciembre de 2012

Catecismo y Liturgia de las Horas.



Aquí, los párrafos del actual Catecismo de la Iglesia Católica (aprobado por  el Papa Juan Pablo II) referidos a la Liturgia de las Horas.

1174 El Misterio de Cristo, su Encarnación y su Pascua, que celebramos en la Eucaristía, especialmente en la asamblea dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada día mediante la celebración de la Liturgia de las Horas, "el Oficio divino" (cf Sacrosantum Concilium IV). Esta celebración, en fidelidad a las recomendaciones apostólicas de "orar sin cesar" (1 Ts 5,17; Ef 6,18), "está estructurada de tal manera que la alabanza de Dios consagra el curso entero del día y de la noche" (SC 84). Es "la oración pública de la Iglesia" (SC 98) en la cual los fieles (clérigos, religiosos y laicos) ejercen el sacerdocio real de los bautizados. Celebrada "según la forma aprobada" por la Iglesia, la Liturgia de las Horas "realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre" (SC 84).

1175 La Liturgia de las Horas está llamada a ser la oración de todo el Pueblo de Dios. En ella, Cristo mismo "sigue ejerciendo su función sacerdotal a través de su Iglesia" (SC 83); cada uno participa en ella según su lugar propio en la Iglesia y las circunstancias de su vida: los sacerdotes en cuanto entregados al ministerio pastoral, porque son llamados a permanecer asiduos en la oración y el servicio de la Palabra (cf. SC 86 y 96; PO 5); los religiosos y religiosas por el carisma de su vida consagrada (cf SC 98); todos los fieles según sus posibilidades: "Los pastores de almas debe procurar que las Horas principales, sobre todo las Vísperas, los domingos y fiestas solemnes, se celebren en la iglesia comunitariamente. Se recomienda que también los laicos recen el Oficio divino, bien con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso solos" (SC 100).

1176 Celebrar la Liturgia de las Horas exige no solamente armonizar la voz con el corazón que ora, sino también "adquirir una instrucción litúrgica y bíblica más rica especialmente sobre los salmos" (SC 90).

1177 Los himnos y las letanías de la Oración de las Horas insertan la oración de los salmos en el tiempo de la Iglesia, expresando el simbolismo del momento del día, del tiempo litúrgico o de la fiesta celebrada. Además, la lectura de la Palabra de Dios en cada hora (con los responsorios y los troparios que le siguen), y, a ciertas horas, las lecturas de los Padres y maestros espirituales, revelan más profundamente el sentido del Misterio celebrado, ayudan a la inteligencia de los salmos y preparan para la oración silenciosa. La lectio divina, en la que la Palabra de Dios es leída y meditada para convertirse en oración, se enraíza así en la celebración litúrgica.

1178 La Liturgia de las Horas, que es como una prolongación de la celebración eucarística, no excluye sino acoge de manera complementaria las diversas devociones del Pueblo de Dios, particularmente la adoración y el culto del Santísimo Sacramento.

Eucaristía y Liturgia de las Horas.



¡Qué acertados los versos, ya citados anteriormente, de uno de los himnos de Tercia para el tiempo de Cuaresma!: "Renueva, Señor, el alma de este pueblo tuyo, que por mis labios canta tu alabanza". Eucaristía y Liturgia de las Horas giran en un sentido y dirección conjuntas. No sólo porque recorren el ciclo del tiempo litúrgico en torno a los Misterios de la Encarnación y la Redención, sino también porque ambas celebraciones son un celebrar en nombre de muchos.

Al ir adentrándose en la experiencia de orar con la Liturgia de las Horas, en cuanto oración en nombre de otros, y en cuanto salirse de sí mismo en la alabanza y escucha al Padre, se va modelando el corazón orante para celebrar en igual sintonía la Eucaristía. El tiempo va fraguando esta experiencia que nos ayuda a vivir realmente la Misa como oración total que es. La Liturgia de las Horas va dejándonos más sensibles a ese sentido de la oración en nombre de otros.

Siguiendo al Catecismo de la Iglesia Católica, nro. 1178, "la Liturgia de las Horas (...) es como una prolongación de la celebración eucarística [y] acoge de manera complementaria, las diversas devociones del Pueblo de Dios (...)."

De esta forma, la celebración Eucarística y la Liturgia de las Horas se van tornando para el cristiano en íntimos alimentos. En la Eucaristía, en Laudes y en Vísperas el hijo de Dios se dirige a su Padre y, tres veces en el día, le llama "Padre nuestro". Sí; "nuestro". Tenemos que prestar atención a esto porque la Liturgia de las Horas y la Santa Misa es oración de la Comunidad de los hijos de Dios y de esta Comunidad por muchos otros. 

Por el sentido de la Liturgia de las Horas, Cristo va sembrando un corazón Eucarístico. El corazón del Cristo que entrega todo de sí anonadándose a sí mismo, en alabanza y obediencia al Padre, lleno del Espíritu.

Que cada himno y cada salmo, cada lectura y cada cántico, Padre, sea para ti alabanza y gloria y para nuestro espíritu ejercicio saludable que siembre en tu pueblo ese corazón eucarístico de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.

domingo, 16 de diciembre de 2012

El silencio en la Liturgia de las Horas.


Cuando la voz deja su canto, y el silencio sobreviene, nos invade el que posibilita un sentido nuevo a la oración. El silencio en la oración de la Liturgia de las Horas es ese elemento sutil que matiza y pinta entre antífonas y estrofas de cánticos y salmos, todo el conjunto de la oración. Pero vivimos en la liturgia de las Horas, un silencio por demás particular y que pasamos por alto más de una vez: el silencio que media la salmodia con la lectura breve. Ese simple instante del que podemos hacer un momento de radical valencia en la oración.

El hecho de que las lecturas breves no se anuncian (como sí lo hacen las lecturas largas del Oficio de Lectura), sino que directamente se proclaman (pasado un momento del canto de la última antífona), le otorga verdaderamente un toque especialmente fuerte a la celebración del Oficio. La voz de la alabanza deja lugar al silencio. Es momento de la escucha, es momento de que Dios hable. Es, por tanto, momento para el silencio y la apertura. La dirección que ahora adquiere la oración es otra. Los hijos le hemos alabado a nuestro Padre; ahora nuestro Padre, con cuyas palabras hemos hecho nuestra alabanza, habla a sus hijos. 

De aquí que el silencio ante la lectura breve de la Palabra de Dios no sólo es de especial importancia luego de la proclamación de ésta, sino antes de la misma. La salmodia da paso al silencio, a la apertura para preparar el corazón, para dejarse formar por el Señor como vasijas de humilde barro. "Ahora te escuchamos, Padre..."

El silencio previo al "arribo" de la Palabra es de una importancia tal que nos permite "sentir" este arribo, nos pone en consonancia para vivenciar realmente el Oficio como diálogo con Dios. El silencio se corta. La Palabra arriba, llega, pone su morada en nosotros. Es, sencillamente, un delicado instante en un encuentro que vivifica.

El silencio posterior a la lectura de la Palabra no es igual al silencio que le ha precedido, pues ya ha sido configurado y transformado por la Palabra que ha arribado. La Palabra no vuelve al Padre sin antes haber fecundado nuestra tierra (Cf. Isaías 55, 11).

Sencillamente, aquellos son los silencios del corazón. Los silencios del corazón de Cristo orante al Padre, a quien nos unimos por su Espíritu en cada Hora. Son los silencios del corazón que ora alabando, y que se detiene para orar escuchando. Que ora meditando y que jamás se detiene, para vivir orando.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El Oficio Divino: Fuente de Contemplación.


Por Bruno de María.

1. Alcanzar del Señor la gracia de llegar a hacer de la vida una plegaria de alabanza, de intercesión y de acción de gracias…

2. La Liturgia de las Horas respira un suave y vivo conocimiento de la Sagrada Escritura. (S C 24).

3. Los salmos contienen la mejor pedagogía de la oración cristiana, y cuando vamos captando el sentido de los salmos como plegaria, el Oficio divino llega a constituir la mejor forma de oración..

4. Caminamos en la Pascua del Señor: hacia la tierra prometida, hacia la libertad total, como el pueblo de Israel a través del desierto. Es contemplación y profecía del futuro.

5. Los apóstoles anunciaban a Cristo resucitado a partir de la contemplación de los salmos, en los que leían ya la victoria del Señor. Es ponernos en la escucha y sintonizar con nuestros hermanos que sufren.

6. Es intuir la luz de la mirada del Señor, en medio de nuestras tinieblas: “Tu luz nos hace ver la luz,” nos dice el salmo 35.

7. Cada mañana, muy temprano decimos: “Señor abre mis labios y mi boca proclamará tu alabanza” en medio de la oscuridad y luchando contra el sueño y las distracciones.

8. El Oficio de lectura constituye un tiempo de auténtica oración contemplativa con sus lecturas de la Palabra de Dios y la visión de toda la historia de salvación.

9. “Todo cuanto dicen los salmos apunta al conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo: de su Encarnación, de su Pasión y de su Reino, y hace referencia a la gloria y al poder de nuestra resurrección.” (San Hilario de Poiters).

10. ¿No es contemplativa una plegaria en la que intentamos reconocer nuestra propia voz en Cristo y su propia voz en nosotros, como dice San Agustín?

11. Los salmos hablan – me hablan y hablan por mí – Sobre la condición humana, sobre la suerte del justo y del injusto, sobre las intervenciones de Dios. Anuncia lo que Dios hará por su pueblo, la venida del reino. Invita a la alabanza y a la acción de gracias.

12. “Te doy gracias de todo corazón,” rezamos con el salmo 9…Un pecador que confiesa su pecado y experimenta el gozo de saberse perdonado, del salmo 31.

13. “Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte…nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes, del salmo 123. Todo lo puedo rezar en nombre de tantos hermanos que viven en esas situaciones que narran los salmos.

14. “Con él hablamos cuando salmodiamos, y lo escuchamos a él cuando leemos los divinos oráculos, nos dice San Ambrosio.

15. Cada día avanzaremos en el conocimiento de Dios con más amor y entrega a nuestros hermanos y deja en nuestro corazón el modo de contemplarlo.

16. En el Cántico de Daniel: Si volvéis al Señor de todo corazón y con toda el alma, siendo sinceros con él, él volverá a vosotros y no os ocultará su rostro…

17. Cada día con el Cántico de Zacarías, bendecimos al Señor porque ha visitado y redimido a su pueblo, Dios nos libera de todo lo que se interponga en nuestro camino hacia ese Dios que se revela con la claridad de una profecía cumplida.

18. En Completas cada día con el Cántico de Simeón: Mis ojos han visto a tu Salvador, quizá disfrazado en nuestros hermanos más pobres…

19. QUE NUSTRA MENTE CONCUERDE CON NUESTRA VOZ: lo que cuenta a los ojos de Dios es la actitud interior. Que vuestra mente concuerde con vuestros labios dice San Benito que toma de San Agustín y que después recoge la Constitución conciliar sobre la Liturgia.

20. En esta escuela de oración que es el Oficio Divino, nos ponemos en cuerpo y alma ante Dios, corazón y voz al unísono, unidos al corazón y a la voz de nuestros hermanos, aun a aquellos que ni siquiera tienen voz.

21. En la naturaleza, en la soledad o en el amor de los demás, alabarlo…ser vidas que alaban…ser alabanza…todo eso quisiéramos ser los cristianos…

22. Los que por vocación dedicamos lo mejor de nuestra jornada a la alabanza con razón nos llaman contemplativos aunque muchos cristianos nos dan ejemplo aunque vivan en grandes ocupaciones.

23. Todo cuanto nos ocupa y preocupa puede adquirir en el Oficio Divino una dimensión contemplativa.

24. Que nuestra alabanza sea expresión de una vida que tiene a Dios como centro y que cuando las palabras se quedan pobres, canta, presta su voz a los salmos y con ellos alegro, llora, suplico, se siente pobre, se da gracias…aquí todos los sentimientos tienen cabida.

25. Dice San Agustín: Nuestro Señor, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora en nosotros y al mismo tiempo es a él a quien dirigimos nuestra oración.

26. Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra; recibe nuestra oración, como nuestro Dios. Reconozcamos, pues, nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros.

27. Encaucemos nuestras energías en dejar a Cristo rezar en nosotros y dirijámonos confiadamente a él mientras contemplamos en el rezo del Oficio divino unidos a nuestra comunidad.

28. Cuando se haya dado la señal, corramos a toda prisa a la alabanza ya que nada nos debe urgir tanto como la Obra de Dios. Seamos “alabanza de su gloria” (Ef 1, 12).

29. La liturgia de la tierra nos une a la del cielo. Añade el Concilio: la Liturgia es fuente de piedad y alimento para la oración personal y la contemplación.

30. El Oficio divino nos ayudará a convertir el tiempo del hombre en tiempo de Dios. Su “hoy” es el tiempo de salvación.

31. En la salmodia halla su auténtica interpretación toda la vida humana, situada entre la duda y la esperanza terrena, así nuestro salmodia se hace evangelización del tiempo.

32. El “Dios mío, ven en mi auxilio,” nos está hablando del drama de la historia del hombre que reclama urgentemente la ayuda de Dios.

33. Nos permite vivir esa realidad de: Rezar siempre sin desfallecer (Lc 18, 1), santificando el curso entero del día y de la noche (SC 83-84).

34. La Iglesia es misionera por naturaleza, evangelizadora por necesidad vital de transmitir el mensaje de vida a su Señor. Todos hemos sido enviados. Los monjes también. Por eso, cuando rezamos , tenemos los ojos fijos en el mundo y le servimos rezando.

35. Si oramos con Cristo y en Cristo, si de verdad somos hombres contemplativos, asumiremos necesariamente una dimensión evangelizadora, podremos ensanchar nuestro horizonte y nos dejaremos interpelar por el grito que lanza la humanidad que espera, sufre, ama, conoce y busca a tientas un camino de salvación.

36. En el Oficio como dice la “Institutio”: redoblamos las energías para llevar la buena nueva de Cristo. Es la bella relación entre liturgia y misión.

37. Todos tenemos clara la dimensión misionera de la oración de intercesión, abundante en la Liturgia de las Horas. No existe ocupación, necesidad o problema que no halle en ella un eco. No sólo nos hacemos voz de la Iglesia, lo somos también del mundo entero con todos sus habitantes.

38. El Oficio Divino, fuente de contemplación, es, al mismo tiempo, fuente y fuerza para la misión evangelizadora: entregada a la acción y dada a la contemplación.

39. Nadie cree que puede salvar a alguien sólo con su esfuerzo. Es Cristo quien salva, y el mundo se salvará gracias a la fuerza divina, por eso la plegaria es el momento privilegiado del misionero que lo puede ser aun en medio de los muros del monasterio.

40. Cerrar un convento que cumple con su Regla y canta las alabanzas del Señor es como “Cerrar la boca de la Iglesia.”

41. Nuestra alabanza, obra humana, se une a la obra de Dios, “Opus Dei” y, como sucedió con María, él, el omnipotente, hace también en nosotros y a través de nuestra pequeñez obras grandes.



Disponible en: http://parrhesiamonastica.blogspot.com/2010/11/el-oficio-divino-y-la-santificacion-del.html